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En un mundo que a menudo define el valor por medidas externas como los logros, la apariencia o el estatus social, encontrar un sentido profundo y duradero de autoestima puede ser un desafío. Sin embargo, como creyentes en Cristo, tenemos la oportunidad de descubrir nuestra verdadera identidad y valor a través de nuestra relación con Él. En este blog, exploraremos la profunda verdad de nuestra autoestima en Cristo y cómo puede transformar nuestras vidas. 


1. Arraigado en el amor inmutable de Dios: 
Nuestra valor en Cristo no se basa en nuestro desempeño, popularidad o posesiones. En cambio, está arraigado en el amor inmutable de Dios. Romanos 5:8 nos recuerda que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. El amor sacrificial de Dios demuestra el inmenso valor que Él otorga a cada uno de nosotros. Comprender que somos amados incondicionalmente, independientemente de nuestros defectos o errores del pasado, nos brinda una base firme para nuestra autoestima. 

2. Adoptados como Hijos de Dios: 
A través de nuestra fe en Cristo, somos adoptados en la familia de Dios. Gálatas 4:7 proclama: "Así que ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y siendo su hijo, Dios también te ha hecho heredero". Como hijos de Dios, heredamos Su amor, gracia y promesas. Esta verdad afirma nuestra importancia y afirma que pertenecemos a un Padre amoroso que se deleita en nosotros y nos aprecia como
suyos. 

3. Creado con Propósito: 
Efesios 2:10 nos asegura que somos obra maestra de Dios, creados de nuevo en Cristo Jesús para buenas obras. No somos accidentes ni seres al azar; el Creador nos creó intencionalmente con dones, talentos y un propósito único. Hay que reconocer que tenemos un llamado divino y un papel en el plan de Dios infunde un profundo sentido de propósito y valor en nuestros corazones. 

4. Redimido y puesto en libertad: 
Nuestro valor en Cristo también está anclado en Su obra redentora en la cruz. 1 Pedro 1:18-19 declara: "Porque sabéis que no fue con cosas perecederas como oro o plata con lo que fuisteis redimidos... sino con la sangre preciosa de Cristo". A través de Su sacrificio, somos redimidos del poder del pecado, la culpa y la vergüenza. Esta redención nos libera para vivir victoriosamente y con confianza, sabiendo que nuestro pasado no define nuestro valor. 

Descubrir nuestro valor propio en Cristo es un viaje transformador que nos libera de los estándares del mundo y ofrece una
base sólida para nuestra identidad. Aceptar nuestro valor como hijos amados de Dios, creados con un propósito y redimidos por Su gracia nos capacita para vivir auténticamente, amarnos a nosotros mismos y a los demás, y buscar una vida plena que se alinee con la voluntad de Dios. Recordemos diariamente nuestro valor propio en Cristo y permitamos que Su verdad dé forma a nuestros pensamientos, acciones y relaciones, trayendo gloria a Su nombre e impactando al mundo con Su amor. 

No importa quién te rechazó, el favor de Dios superará toda oposición. 

¡Tu eres digno! Tan digno que Dios envió a su único hijo a morir en la cruz por ti y por mí (Juan 3:16)… Piénsalo realmente,
¿considerarías sacrificar a tu hijo por algo que no vale la pena o no es digno? Él encontró valor en ti y en mí y por eso hizo el máximo sacrificio, así que caminemos con propósito sabiendo que nuestro valor se encuentra en Cristo y no en el mundo. ¡No dejes que el mundo te diga quién eres cuando Dios te ha mostrado quién eres!